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Etapas de la PIF y síntomas basados en las etapas de la PIF

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Etapas de la PIF y síntomas basados en las etapas de la PIF. En una infección por este virus hay cuatro fases distintas de PIF: exposición inicial e incubación, viremia primaria, viremia secundaria y PIF clínica.

 

Etapas de la PIF: exposición inicial e incubación

El coronavirus felino (FCoV) está presente en muchos entornos, por lo que es muy probable que los gatos estén expuestos en algún momento de su vida. Esta infección inicial suele ser benigna, pero desgraciadamente existe el riesgo de que el virus mute y cause PIF en algunos gatos.

El periodo de incubación de esta mutación puede variar desde unas pocas semanas hasta varios años, pero los gatos tienen más riesgo de desarrollar PIF clínica en las primeras 6 semanas tras haber sido infectados inicialmente por el virus.

Los experimentos han llegado a la conclusión de que tan sólo seis semanas pueden ser suficientes para que un gato infectado desarrolle una enfermedad completa.

Durante la exposición inicial y los periodos de incubación, es importante tener en cuenta que los gatos infectados desprenden un volumen inusualmente grande de partículas víricas, lo que puede hacer que otros animales domésticos también contraigan la infección.

 

Etapas de la PIF: Viremia primaria

La viremia primaria es la fase de la infección por el virus de la peritonitis infecciosa felina (PIF) en la que el sistema inmunitario del gato empieza a responder al invasor extraño.

Durante esta etapa, pueden encontrarse niveles elevados de FCoV en su sangre. Esto marca el inicio de una batalla entre el organismo del gato y el virus, y también marca el momento en que es más probable que se produzcan mutaciones debido a la disminución de la resistencia.

Los gatos con viremia primaria muestran una respuesta exacerbada de su sistema inmunitario, que se esfuerza por protegerles de cualquier daño causado por la entrada del patógeno en su organismo. Algunos gatos serán capaces de librar a su organismo del virus con una fuerte respuesta inmunitaria.

 

Etapas de la PIF: Viremia secundaria

La viremia secundaria se refiere a una etapa posterior que afecta a los gatos que no pudieron combatir el virus durante la etapa primaria. En esta fase, la médula ósea y otros tejidos han sido invadidos por el virus. El virus puede permanecer en estado pasivo en la médula ósea durante bastante tiempo.

Pero además de eso, los niveles de FIPV en la sangre empiezan a aumentar y acaban alcanzando un punto en el que los gatos ya no son capaces de mantenerlo bajo control. Desgraciadamente, para entonces ya se han iniciado muchos procesos inflamatorios sistémicos, pues el FIPV se ha apoderado de órganos y tejidos vitales.

Como su nombre indica, durante la viremia secundaria el virus empieza a propagarse por otros órganos, lo que provoca signos más graves que pueden convertirse rápidamente en potencialmente mortales si no se tratan con prontitud.

La gravedad de la respuesta inmunitaria primaria o lo bien que el organismo del gato sea capaz de controlar la infección desempeña un papel importante a la hora de determinar a qué nivel empezará a propagarse el virus más allá de un solo sistema orgánico.

Durante este periodo crucial, los gatos pueden experimentar fiebre persistente (superior a 103 °F), disminución del apetito y empeoramiento general de su estado debido al fallo de su sistema inmunitario, que se esfuerza al máximo por controlar los virus mutados, pero no puede, por lo que deben recurrir a planes de tratamiento con antivirales, entre otros medicamentos.

 

Etapas de la PIF: PIF clínica

En la fase clínica de la PIF, los gatos ya no son capaces de contener el virus. Esto se debe en parte a una alteración en una de las proteínas que se encuentran en algunos tipos de FCoV, llamada FIPV. El FIPV causa vasculitis, que es una inflamación e hinchazón alrededor de un grupo de células u órganos.

En esta fase también puede producirse una acumulación de líquido dentro de las cavidades corporales, lo que lleva a la acumulación de líquido y a un exceso de presión sobre los órganos vitales.

Los gatos con PIF pueden presentar síntomas como pérdida de peso, fiebre, deshidratación, hinchazón del abdomen o de la zona craneal y dificultades respiratorias debidas a la congestión torácica.

La destrucción de las infecciones dentro de los órganos vitales comenzará en este momento, pudiendo conducir a un fallo de los órganos del sistema. Esto suele manifestarse más tarde como enfermedad renal o daño neurológico causado por la inflamación de su tejido cerebral.

 

Etapas de la PIF: Daño orgánico

Se trata de la última fase de la PIF, en la que la inflamación ya está causando daños en los órganos y el gato presenta otros problemas posteriores. Algunos de los órganos que suelen verse afectados son

Órganos abdominales: La PIF suele provocar la formación de granulomas (pequeños nódulos de tejido inflamatorio) en los órganos abdominales, como el hígado, el bazo y los riñones. Esto puede provocar la disfunción e insuficiencia de estos órganos.

Riñones: Los riñones pueden verse afectados por lesiones granulomatosas, que provocan insuficiencia renal.

Sistema Nervioso Central (SNC): La PIF puede causar síntomas neurológicos cuando afecta al SNC. Los gatos con PIF neurológica pueden presentar cambios de comportamiento, convulsiones y dificultad para caminar.

Ojos: La afectación ocular (de los ojos) es frecuente en la PIF, y provoca inflamación, opacidad y, a veces, ceguera. Esto se conoce como PIF ocular o seca.

Sistema cardiovascular: En algunos casos, la PIF puede afectar al corazón y los vasos sanguíneos, provocando problemas cardiovasculares.
Estos continuos deterioros en el gato acaban provocando parálisis y, finalmente, la muerte.

 

 

Síntomas basados en las fases de la PIF

Signo durante las primeras fases de la PIF

Los gatos pueden presentar síntomas iniciales inespecíficos, como cambios de comportamiento, pérdida de peso y de apetito, así como fiebre fluctuante.

 

Síntomas inespecíficos

La PIF presenta una amplia gama de síntomas inespecíficos que pueden confundirse fácilmente con otras enfermedades. Estos signos iniciales suelen ser vagos e incluyen apatía, letargo, disminución del apetito, pérdida de peso y fiebre fluctuante.

En algunos casos, los gatos mostrarán cambios de comportamiento que acompañan a estos síntomas físicos. Es esencial prestar atención a los pequeños cambios en el régimen de salud de tu gato, como el aumento o la disminución de los niveles de energía, ya que puede ser el primer signo de PIF.

A pesar de ser tan frecuente en los gatos, su causa sutil hace que sea difícil de detectar en las fases iniciales, a menos que prestes atención a signos adicionales como la anorexia o la pica (trastorno por el que comen cosas que no deberían), que se observan con frecuencia durante la infección por PIF.

Las fiebres fluctuantes también pueden significar que a tu gato le pasa algo, así que presta atención a cualquier cambio importante de temperatura cuando lo controles periódicamente a lo largo del día, como una fiebre documentada que dure más de 24 horas a pesar de los tratamientos administrados por un veterinario.

 

Diarrea

Cuando el Coronavirus felino (FCoV) entra por primera vez en un gato, infecta el intestino delgado, provocando a veces diarrea. El virus se elimina en las heces a partir de dos días después de la infección y después durante unas semanas o meses.

Desde el intestino, el virus pasa al torrente sanguíneo, provocando PIF en algunos gatos desafortunados, pero la mayoría de los gatos montan una respuesta inmunitaria exitosa y se deshacen del virus, llevando una vida perfectamente sana y normal. La infección inicial por FCoV a cualquier edad, no sólo en gatitos, puede causar diarrea y la gravedad puede variar desde leve, pasando por crónica, hasta grave y potencialmente mortal. El virus daña inicialmente el revestimiento del intestino delgado.

Desgraciadamente, en algunos gatos, el FCoV puede dañar gravemente el intestino delgado, provocando una tendencia permanente al vómito o la diarrea y lo que se conoce como «síndrome de malabsorción», en el que el gato afectado es incapaz de beneficiarse de los nutrientes que ha comido, por lo que no aumenta de peso adecuadamente ni prospera.

 

Cambios de comportamiento

En los gatos infectados por PIF, los propietarios pueden notar primero síntomas menos evidentes, como disminución de la actividad, apatía y falta de apetito. Tu gato puede volverse mucho menos interactivo que antes, y preferir quedarse en lugares solitarios o dormir todo el día.

También puede empezar a evitar las interacciones con otros animales domésticos o humanos. La pica es otro cambio de comportamiento asociado al virus: cuando tu mascota empieza a comer cosas que no son comida, puede ser un signo de que tiene PIF.

Además de la anorexia (pérdida total del apetito), puedes observar que tu gato se esfuerza por autoalimentarse o muestra desinterés hacia la comida por completo al ofrecérsela – ambos pueden ser indicadores de que algo no va bien.

 

Pérdida de peso y de apetito

La pérdida de peso y de apetito son dos de los primeros signos de la PIF. Cuando los gatos se infectan por primera vez, pueden no mostrar síntomas hasta semanas o meses después.

Sin embargo, la pérdida lenta de peso y la disminución del apetito pueden ser un indicio de que algo va mal. La pérdida de peso en los gatos suele ser sutil, pero no debe pasar desapercibida a sus propietarios: una disminución repentina del 15-20% del peso en sólo unos días podría significar la presencia de PIF.

Del mismo modo, una disminución del apetito incluso cuando se les presenta comida favorable podría indicar el inicio de la enfermedad. Este tipo de complejo sintomático puede apuntar a un fallo orgánico causado por la PIF u otras afecciones graves, como la enfermedad renal crónica, que si no se trata puede progresar rápidamente y convertirse en una amenaza para la vida de los gatos si no se detecta a tiempo.

Muchos propietarios de gatos han declarado haber observado cambios drásticos en los niveles de energía y actividad asociados a estos síntomas, lo que subraya aún más su importancia en las decisiones de diagnóstico y tratamiento que toman tanto los veterinarios como los propietarios de mascotas.

 

Fiebre fluctuante

La fiebre fluctuante en los gatos suele definirse como episodios alternantes de temperaturas altas y bajas. Es uno de los primeros signos clínicos asociados a la PIF.

Este tipo de fiebre puede variar diariamente, oscilando entre la temperatura corporal normal y temperaturas peligrosamente altas. Como esto puede ocurrir de repente, es importante que los propietarios de gatos controlen regularmente la temperatura de su mascota, pues cualquier cambio repentino podría ser un signo de PIF u otro problema grave de salud.

Es fácil confundir una fiebre fluctuante con las fiebres altas persistentes que pueden tener los gatos cuando están enfermos, pero ambas son enfermedades muy diferentes que requieren formas de tratamiento distintas.

 

Signos durante las fases avanzadas de la PIF

 

Los síntomas pueden evolucionar a efectos más graves, como insuficiencia orgánica y acumulación de líquido. ¡Sigue leyendo para saber más!

Insuficiencia orgánica

La insuficiencia orgánica es una de las consecuencias más graves asociadas a la PIF. Puede afectar a varios órganos, como los riñones, el hígado y muchos otros.

Cuando alcanza su fase más avanzada, puede producirse una disfunción o insuficiencia orgánica. Este daño orgánico puede causar una amplia variedad de síntomas que varían en función de los lugares concretos del cuerpo afectados.

Si no se trata durante demasiado tiempo, supone una carga inmensa para la salud física general del animal afectado, hasta que acaba convirtiéndose en una enfermedad catastrófica o provoca la muerte si no se detecta a tiempo y se trata adecuadamente.

 

Fiebre alta persistente

La fiebre incesante es un signo clínico frecuente asociado a las fases avanzadas de la peritonitis infecciosa felina (PIF). Esta fiebre puede alcanzar temperaturas de entre 102 °F y 105 °F y durar semanas o meses.

Es importante hacer un diagnóstico precoz, pues ayuda a descartar otras enfermedades e iniciar el tratamiento. La fiebre está causada por la inflamación resultante de una infección generalizada, que puede ir acompañada de signos como letargo, hinchazón abdominal, pérdida de apetito, pérdida de peso e ictericia.

Si la fiebre persiste a pesar de la terapia antibiótica o la medicación antiinflamatoria, podría ser indicativo de PIF. La temperatura elevada suele normalizarse una vez iniciado el tratamiento adecuado.

 

Acumulación de líquidos

La acumulación de líquido es un signo clave de la PIF en gatos y puede producirse en varias zonas del cuerpo. En el tórax, el líquido se acumula alrededor del corazón y los pulmones, lo que provoca restricción de movimientos y dificultad para respirar. Además, los ganglios linfáticos pueden inflamarse debido a la obstrucción causada por una formación excesiva de células de líquido ricas en proteínas, denominadas derrames pleurales.

También puede acumularse líquido en otros órganos, como el abdomen o el escroto, haciendo que estas zonas se hinchen y resulten dolorosas para tu gato.

Además, los ojos de tu gato pueden mostrar signos de esta acumulación en su interior, como cambios de coloración u opacidad, engrosamiento de la córnea (edema corneal) hipopión (una espuma blanca en la parte posterior del ojo) o desprendimiento de retina debido al aumento de la presión intraocular causado por la infección por PIF.

 

Problemas oculares

Los problemas oculares son un indicador frecuente de PIF. En los gatos con PIF pueden producirse lesiones oculares caracterizadas por Uveítis Anterior Piogranulomatosa.

Los síntomas pueden incluir inflamación del globo ocular, estrabismo, hinchazón del tercer párpado y agrandamiento de los ojos que puede afectar a la visión o incluso provocar ceguera si no se trata. Los animales que experimentan este tipo de manifestación ocular pueden manifestar un aumento de la producción de lágrimas, así como hemorragias oculares debidas a la ulceración causada por la infección.

Además, los síntomas neurológicos relacionados con la PIF pueden afectar al sistema nervioso, incluidos problemas de visión y oculares como pupilas contraídas que no responden adecuadamente a los cambios de luz.

Por último, en algunos casos de PIF efusiva de forma húmeda se ha observado una elevación de la presión intraocular acompañada de un engrosamiento de la córnea, lo que conduce a una posible pérdida de visión con el tiempo si no se trata adecuadamente o con la suficiente prontitud.

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